lunes, 24 de enero de 2011

Un suspiro

En uno de mis tantos viajes en el Mediterráneo, me tocó ir a lo que los marinos llamaban la parte del babor del barco a vomitar mis remordimientos. No eran los porotos que me mandó mi tía esta mañana en su cálida cabaña en las playas de Creta, tomada prestada sin permiso de mi tío. Mucho menos era el pan de ajo que tenía sabor a carne molida que me dieron de cena escabulléndome por la cocina del barco, sin siquiera saber a qué clase de animal le pertenecía ese sabor carnívoro. Eran los nervios de llevar a cabo mi dicha, mi alegría. No, señores, no se trata de amor, lo segundo pero no por eso también lo primero que me hace feliz cuando soy visto. Esos nervios que son como hormigas con forma de garrapatas y patas con forma de garras que me recorren por la panza, que me suben al corazón y le echan más carbón para que palpite más rápido. Esos bichos que sólo aparecen cada vez que la unicidad del momento justifica su recuerdo.

Al lado mío, tras mi pequeño asunto (pequeño para ser modesto), escucho maldecir a uno de los tripulantes. Era un señor bastante característico. Sombrero de copa negro, un pantalón con 3 bolsillos, zapatos bien lustrados aunque desatados, sin corbata (qué inseguridad) y una mirada perdida al hemisferio del cielo que coincidía con el horizonte donde terminaba (o comenzaba) el mar. Perdida, pero endurecida como sus manos agarrándose de la barandilla del barco. Lo noto tensionado. A pesar del mal olor de mis nervios, me decidí preguntarle qué le sucedía. Contestó brevemente “el tiempo pasa, y las relaciones se agotan”. Y comenzó el diálogo:

Yo- ¿Ah, problemas de los negocios? La revista “Business” sirve mucho.

Aquanti- ¿Qué? No. Me refiero… no importa.

Yo- ¿La seguís buscando?

Aquanti- ¿A ella?

Yo- No, a ti mismo.

Aquanti- A ella. Sí.

Yo- ¿No te encontraste?

Aquanti- Se escapó hace poco. No porque no me quiere, sino porque se quiere encontrar a ella misma.

Yo- ¿No puede sola?

Aquanti- Si, pero yo no.

Yo- ¿No es fácil esperar?

Aquanti- ¿Es fácil resucitar?

Yo- No hace falta. Uno puede morir por amor y seguir viviendo.

Aquanti- No siempre es bueno dar de todo de uno por alguien, menos por amor.

Las luces del barco empezaron a apagarse. El viento se hizo espeso, como esposo de la pesadez pero sin compromiso alguno. Entonces fue cuando la luna en su cuarto menguante empezó a iluminarnos. Y bajo tal luz fue que me iluminó el sentimiento que creo del que estamos debatiendo:

Yo- Si hay algo de lo que también aprendo de ser actor... es que uno por más que esté triste... si le toca sonreír en el escenario... TIENE que sonreír porque es su papel... y por más que le duela... tiene que dar lo mejor de uno para hacer emocionar al público... y cuando este se emociona... vale la pena ser actor.

Por lo que si en el amor, por más que no sea bien recompensado, uno da lo mejor de sí, sabrá hasta dónde y cuánto puede amar... y el haberlo hecho hizo que valiera la pena. Porque no sólo hicimos feliz a alguien más, sino que nosotros también fuimos felices amando... y eso el lo que hace busquemos ese amor una y otra vez... cuando esa persona que una vez nos lo hizo sentir desaparece... buscamos ese sentimiento porque nosotros lo encontramos... Aquella persona nos ayudó a encontrarlo... tal vez sea la única... tal vez ella seamos nosotros mismos en alguien más, y no podemos vivir sin ser nosotros y sin nuestro ser en su totalidad y es por ello que duele perderse a uno mismo en alguien más… eso de pende de qué brújula quieras usar para un camino como tal.

El sueño me hacía lagrimear, a él el dolor.

Yo- Podemos decir que es un camino de piedra. Como todo verdadero camino no es siempre llano pasando por un par de colinas, pues sería muy aburrido de todos modos. No, no, no, en este camino se sube, se baja.

Cuando se baja, uno se queda a veces… y cuesta subir...

La vista desde la cúspide de cualquier montaña... es genial...

Y a veces en lo más bajo el cielo es nuestro único aliento...

Pero si vas acompañado no importa el lugar a donde vayas... sino que no te quedaste quieto... procura no ir solo.

Te lo digo porque no hay sentimiento más triste que recitar un monólogo de amor.

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