lunes, 4 de abril de 2011

Una vez más

Ya estoy en casa. Después de una ardua velada en aquel bello lugar. Mis anhelos de verla simplemente no se dieron cumplidos, como son todas estas noches desde aquella vez la cual no recuerdo en voz alta como lo hago ahora, pues sería lo mismo que estar muriéndose de frío e irse desnudando debajo de la lluvia helada. Decido trabajar ahí porque así la conocí, con el simple error de que se me caiga la tacita de café encima de su mesa. No fue amistoso el primer diálogo. Mucho menos la primera impresión. No… me dije no recordarla. Lo único que agregaré para cerrar esto es que trabajo incluso cuando ya me han despedido, para que vea que a pesar de que se haya ido pueda mentirle y decirle que las cosas en mi vida siguen igual que siempre.


Me prendo un habano todos los fines de semana, pero este miércoles lo adelanté, sólo por el hecho de que ya llevo 4 meses trabajando a escondidas del gerente a pesar de mi despido. Las locuras que hace uno involucran no sólo las acciones que hace uno en su juicio perdido, sino también en su momento de sobriedad con un tono más lleno de sinsentidos.

Su suave sabor a vainilla cubre mis labios como si se tratara de la redacción de una poesía en otro cuerpo, en pleno beso, en ese erótico instante. El humo, tan absurdo en su movimiento, dibujan curvas similares a las que siempre me involucré. Curvas que me hacían seguir girando en círculos cuando se encaprichaban, y otras que simplemente me nublaban como aquél humo tan espeso. Parte del mismo, como consiste el fumar, me lo llevo a pecho, pero ninguno me deja sin un buen sabor una vez que los expulso. Mi pc prendida para ver las noticias on-line y unos libros de filosofía moderna que estaban en oferta de acá a dos cuadras son mi consuelo de la noche cuando los recuerdos no me invaden o la droga no me lleva a otras acciones.


Me desprendo esta camisa blanca, me la saco, y el pantalón atinaba a la misma suerte. Espié si me dejé el celular o algo de valor que requiera más tarde esa misma noche. Cuando saco, una servilleta del salón tomé arrugada. Escrita con una letra muy peculiar, por el manuscrito digo que es una mujer. Las mujeres tienen una peculiar forma de escribir en letra manuscrita, sin contar su inclinación y sus Os y Ases bien redondas cuando se lo proponen, la cola final de cada palabra, la que queda suspendida en el renglón al final de cada conjunto de letras, son generalmente curvos y sugestivos, como si un dedo cuando llama a alguien se tratase. No decía mucho:

“Gracias por tus servicios, no el de mozo sino de vislumbrarme la mirada. Mañana vuelvo a la misma hora. Soy de la mesa 6, ¿me servís una noche más? Camila”


No voy a negar que uno de mis extremos de la boca quiso chocar los cinco con mi ojo, por no decir que se me hizo un gancho la sonrisa. Aunque de repente mi bajón me bajó y la subida de mi contento subió para abajo, pues recordé que acordé que mañana a la mañana no me iba a proponer a trabajar por el simple motivo de que mi simpleza por encontrarme con Clara no me permitía ir 4 días seguidos a seguir trabajando escabulléndome con una bandeja para verla. O sea, puedo depender de mí mismo por un rato, no necesito verla, a pesar de que me muera de las ganas, aunque sí, es cierto, no dejo de pensar en ella, no la dejo de recordar, no la dejo de memorizar hablándome, no la dejo de sentir en estos sueños tan irreales, no la dejo escapar de este corazón lastimado, no la dejo correr por ese pasillo que la conlleva a mi olvido, no la dejo desamarrarse de este barco perdido en el océano de la decepción lleno de aguas de esperanzas, pero una vez más me digo que no vale la pena seguir así. Pero no están en mi las fuerzas de dejarla, por lo que, hasta que las tenga, seguiré con esta brújula rota que late de vez en cuando. Pero, pensándolo bien, yo asisto al salón con el fin de verla y ya fue el cuarto día permitido para conmigo para verla. ¿Pero si no fuera para verla a ella mañana y sea para ver a esta tal Camila? No estaría yendo contra mis principios, no rompería mis normas ni me carcomería la culpa de no obedecer a esta autoayuda emocional. ¿Pero si voy con la idea de que si no me agrada Camila, pero a pesar de que sí, la viera a ella y no le pasara pelota por Camila? Sería como aprovechar que no va una y me voy con otra pero al estar la otra me voy con ella dejando a Camila pidiéndose un cognac por no decir friendo espárragos o, en una connotación más simple, plantada. O sea, que en un mínimo porcentaje, mínimo, pero porcentaje al fin, estaría yendo una vez más para ver mis esperanzas desvanecidas de nuevo, aunque compensadas por el nuevo y primer encuentro con esta tal Camila. ¿Y qué tal si, en el caso hipotético, viera a Camila, me quedara con ella y en el más grande de todos los éxtasis de una simple charla, entrara por la puerta ella tan bella como siempre esperando a verme para confesarme su error de no entender esta pasión que nos corroe, o tal vez desteñida de contentos por una seguida de tragedias que le habrán pasado en el camino y su único abrazo de consolación sea encontrarme esa noche y me viera con la nueva bandida de pasiones? Su apresuro emocional conllevaría a malas interpretaciones de su parte haciendo que entre como salió… digo, salga como entró maquinando una función de tiempo que no estuvo conmigo en comparación de posibles pescas o chamuyos que consigo en tal lugar, llegando a la conclusión de que esa con la que posiblemente me encuentre mañana sea el rapto que supere las tres cifras en un conteo general. Mis posibilidades de que mis esperanzas, esfuerzos, sacrificios, lágrimas, memorias y deseos se vean no sólo destruidos, sino masacrados, quemados, mandados en una carta a Alaska para que vuelva a Tierra del Fuego y se la coma un ñandú en México. Este conjunto de problemas me preocupa enormemente y me deja con miles de dudas. Por ejemplo: primero, ¿Hay ñandúes en México? Segundo, ¿es posible todo esto que estoy pensando? No sólo de la tristísima posibilidad de que ella llegue y tome esa forma de tomar las cosas que pueda ver en aquél momento, pues de última lo pueda tomar como la más bella de las misericordiosas y pueda perdonarme el hecho de no haber hecho más nada que seguir esperándola y así de paso a lo inevitable entre nosotros o simplemente entre para dejarme las cosas en claro; como de la posibilidad de que si todavía debería tener esperanzas, debería tener en claro que hay un porvenir claro entre nosotros si el encontrarnos se permite. ¿Cuántas mujeres y oportunidades como ésta puedo aprovechar para que el encuentro en el salón se dé? ¿Cuántas deberé dejar pasar para, no sólo tener una calma emocional, sino también por el hecho de que mi esperanza se vea encarnada en una de las mesas con sus ojos, o en la puerta con la bufanda que alguna vez le regalé, o en la barra con esos labios tan dulces y fogosos sobre el borde de una copa de champagne? ¿Todo esto es producto de que… que… la amo, o es una obsesión que se verá resuelta ante un último o hasta el último encuentro carnal que podamos realizar con el título de “…el amor”? ¿Y si la dejo pasar y resulta que Camila es mucho más parecida a Clara que la misma Clara es parecida a sí misma, o sea, a lo que yo veo y adoro de ella? ¿Si lo que siento por Clara pueda reconocer también en Camila? ¿Y si sucediera, dejaría de pensar en Clara? Encima las dos empiezan con la misma sigla, si se tratara de una cuestión tipográfica mi amor, si este corazón se enamorase de la sigla… pues no cambiarían las letras que alguna vez escribí en un árbol C + H dentro de un corazón dibujado. Recuerdo ahora mismo que una prima de Clara es Camila. ¿Y si se complotaron para ver si sigo siendo el chamuyero con el que alguna vez me dejé de identificar cuando estuve con ella, para que, de esta forma, comprobar que no la recuerdo, que no vale nada Clara para mí en este momento de soledad? ¿Y si tal vez no le importase más a Clara y por eso me delega a su prima? ¿O si, tal vez, Clara aún no se decide en dar la cara y pide ayuda a Camila para poder hacérmelo llegar? En una de ésas es eso, un simple disfraz con la que la bella actriz de esta novela trata de usar para atrapar nuevamente mi corazón, como un anzuelo me toma de la boca de este amor inconfundible que me sube y me lleva cual remolino de antojos, deseos y miradas fulminantes. Sí, puede ser eso.


Una vez más estoy motivado. :)