domingo, 11 de septiembre de 2011

El mar y la arena

Uno se pregunta la gran ironía de la naturaleza de lo juntos que están la arena y el mar.La arena tan árida, el mar tan húmedo. El mar tan inmenso, la arena hecha con los restos de lo que lucharon las piedras contra la sedimentación.

Las veces que el mar, tan grande y tan voluptuoso, crece en grandes olas de ilusión y muchas veces cae sobre la pobre arena, haciéndose cada vez más débil, más liviana. Sin embargo, la arena se humedece como el mar. Sin embargo, la arena sigue junto al mar.

¿Es una esclavitud de uno con el otro? ¿Qué tendrá la arena que yace frente a tal monstruo azul y no busca alguien de su tamaño? ¿Será que esta gran playa será la que gaste al mar por cada vez que este se estrella con el gran quilombo de piedras gastadas?

No lo sé.

Lo que estoy seguro es que la arena, antes fue pura y dura piedra, y el mar con toda su paciencia la fue golpeando y luchando contra estas piedras, que, endurecidas, se aguardaba toda la serenidad y suavidad que hoy se puede observar en tales bastas playas. Y estas grandes piedras forman parte de esa esencia que hace al mar tan salado.

O sea, tanto uno como el otro, están juntos a pesar del tiempo. A pesar de la distancia, sin importar desde cuándo o de dónde hasta donde. No importa qué tan dura pueda ser la piedra, o qué tan grande pueda ser el mar, uno y otro están pegados como si estuviesen haciendo el amor... más allá de los tiempos.